Especialmente a una edad temprana, los niños necesitan mucho contacto físico y cercanía con sus padres. Dejar que el bebé duerma al principio en la cama de los padres también tiene sentido, sobre todo en los primeros meses, para poder atender rápidamente sus necesidades en cualquier momento de la noche.
Pero tarde o temprano llega el momento de que el bebé se acostumbre a su propia cama, y eso puede suponer un verdadero reto para los padres primerizos. Te damos algunos consejos para facilitar la transición de la cama de los padres a la cama supletoria y a la cuna en la propia habitación del niño.
Índice de contenidos
1. el momento del cambio es individual
Al plantearse cómo acostumbrar al bebé a su propia cama, la primera pregunta que surge es ¿cuándo es el momento perfecto para hacerlo? Anticipamos la respuesta: no existe tal cosa. Cada niño tiene un ritmo individual y su desarrollo avanza a diferentes velocidades.
Por regla general, los niños desarrollan un deseo de independencia por sí mismos en algún momento, pero no existe un momento rígido para ello. Para la mayoría de los niños, es hora de tener su propia cama y habitación a más tardar en la edad de la escuela primaria, aunque todavía puede haber excepciones que empujen al niño a la cama de los padres.
Es un error pensar que dormir en la cama de los padres tiene efectos negativos en el desarrollo de los niños, por ejemplo malcriarlos o ablandarlos. Sobre todo en los primeros 24 meses, esto puede crear un profundo vínculo emocional que sólo puede beneficiar al niño.
Sin embargo, los bebés no deben dormir solos demasiado pronto: las madres, en particular, tienden instintivamente a despertarse más rápido si, por ejemplo, cambia la respiración del niño, por lo que pueden reaccionar de inmediato si el bebé duerme en la misma habitación, minimizando así el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante.
Sin embargo, si el bebé duerme en la cama de los padres desde el principio, hay que tener en cuenta que una cama de adulto rara vez está diseñada para las necesidades de un bebé. Las almohadas grandes, los colchones muy blandos o las mantas mullidas y superpuestas conllevan el riesgo de tapar involuntariamente las aberturas respiratorias.
La solución ideal es una cama auxiliar que equipes con un colchón para bebés de alta calidad. Los colchones de este tipo suelen ser más firmes para evitar que la cabeza se hunda demasiado y tienen una funda agradable para la piel sensible del bebé. Si se utiliza una cuna desde el principio -aunque sólo sea de forma ocasional-, también será más fácil que se acostumbre al lugar permanente para dormir.
2. consejos para acostumbrarse a la cama propia para todas las edades
Si quieres tener un poco más de tranquilidad en el dormitorio de los padres y crees que ha llegado el momento de acostumbrar a tu bebé a su propia cama, puedes empezar con su propia cuna en la misma habitación.
Si dormir en su propia cama por la noche no funciona bien por el momento, también puedes empezar sólo con la siesta en su propia cama. Cuanto mejor duerma durante el día, más fácil le resultará por la noche.
Consejo: con una funda o un juguete que huela a mamá, tu hijo puede seguir percibiendo la familiaridad.
Tiene sentido introducir rutinas y pequeños rituales a la hora de dormir, como cantarle, leerle o simplemente acurrucarse juntos. De este modo, se pasa tiempo juntos de forma intensiva antes de acostarse y dormir en la propia cama se asocia a sentimientos positivos.
Para los niños un poco mayores, una habitación diseñada según los deseos del niño o ropa de cama especialpueden ser incentivos para hacer más agradable su propia habitación.
Oriéntese según las preferencias del niño, por ejemplo sus aficiones, su color favorito o un personaje de una serie infantil.
Una adaptación lenta suele ser más eficaz que ser radical. Cada niño necesita un tiempo diferente para acostumbrarse a la nueva situación.
Al principio, pueden organizarse días fijos en la semana en los que el niño duerma en su propia cama, seguidos de días en los que se le permita dormir en la cama de los padres. Estos periodos pueden ampliarse hasta que el niño se sienta completamente cómodo en su propia cama y habitación.
3. no ser demasiado estricto y permitir excepciones
Los terrores nocturnos son normales
Entre los tres y los cinco años, los niños suelen tener miedo a la oscuridad. Sin embargo, si los temores van acompañados de sudoración, náuseas, temblores o palpitaciones, debe consultar los síntomas con su pediatra.
Especialmente en edad infantil y primaria, los niños sufren de vez en cuando pesadillas o miedo a la oscuridad por la noche.
Para transmitir a los más pequeños que su habitación infantil es un lugar seguro, primero puedes contrarrestar sus temores con medidas más pequeñas.
A muchos niños les resulta útil tener una pequeña luz nocturna para el enchufe que no brille demasiado, pero que sea suficiente para vencer sus miedos a la oscuridad.
Las estrellas que brillan en la oscuridad en el techo o una ristra de luces con temporizador también pueden beneficiar su bienestar y ayudarles a conciliar el sueño.
Los juegos de audio, antes en cintas de casete y ahora en formato digital, también han demostrado ser una pequeña cura milagrosa para conciliar el sueño. Una vez que su hijo se concentra auditivamente en una historia emocionante, olvida rápidamente los pensamientos sobre monstruos debajo de la cama. Incluso en la edad adulta, no es raro que una obra de audio o un podcast sigan siendo un método eficaz para conciliar el sueño.
Y si tu hijo vuelve a encontrarse por la noche delante de la cama de sus padres, también puedes hacer excepciones. Después de una pesadilla o durante una enfermedad, debes dar a tus pequeños la seguridad que necesitan en esos momentos.