Cuando llega la noche y poco a poco es hora de que los niños se preparen para irse a la cama, esto suele ir acompañado de protestas e incluso de ataques de rebeldía. Casi ningún niño quiere lavarse los dientes voluntariamente y acostarse a la hora adecuada. Un ritual nocturno puede remediarlo y facilitar que los niños se duerman.
Índice de contenidos
1. ¿por qué es importante un ritual nocturno?
Los pasos cotidianos que se integran en el ritual nocturno pueden ser diferentes en cada familia. Sin embargo, en la mayoría de los casos, vestirse en pijama o lavarse los dientes juntos es un punto decisivo en la preparación para la noche.
Las tareas desagradables, como el cuidado dental, deben hacerse de forma lúdica. Un cepillo de dientes eléctrico para niños puede utilizarse a partir de los 3 años. Los cepillos de dientes para niños están disponibles en forma de diversas figuras y motivos de dibujos animados. Estas figuras son ideales para pequeños juegos de rol y tienen un efecto tranquilizador en el niño.
Una rutina nocturna regular ayuda tanto a los niños como a los adultos a prepararse para la hora de dormir. Gracias a la regularidad, el cuerpo del niño se acostumbra a una hora determinada de acost arse y puede dormirse bien y relajado.
A menudo es útil tener presentes las necesidades y características de cada edad e intentar responder a ellas de la mejor manera posible. Por eso, en los capítulos siguientes le ofrecemos una visión general de los rituales nocturnos para los distintos grupos de edad y le damos algunos consejos para facilitar el sueño de su bebé, niño de guardería o escolar.
2 ¿Cuándo hay que empezar con los rituales nocturnos?
Los rituales nocturnos pueden iniciarse a cualquier edad y son tan importantes para los padres como para los niños, sobre todo al principio.
Un recién nacido necesita dormir mucho y tener contacto directo con sus padres para desarrollarse de forma saludable. La parte más importante del ritual nocturno es probablemente la preparación del dormitorio.
Para poder conciliar el sueño, la mayoría de los recién nacidos necesitan tranquilidad y oscuridad. Además, el aire debe ser agradablemente fresco para que el recién nacido pueda dormir toda la noche y no sude.
Atención: asegúrate de que tu recién nacido duerme en posición supina para evitar riesgos para su salud.
Entre otras cosas, la sobreestimulación puede provocar que el bebé no quiera dormirse o que no pueda dormir toda la noche durante mucho tiempo. En este caso, el ritual nocturno puede consistir en mecer al bebé para que se duerma y después acostarlo suavemente, opcionalmente con canciones de buenas noches o sonidos relajantes como acompañamiento.
Consejo: La mayoría de los recién nacidos se duermen mejor en el brazo de uno de los padres. Sin embargo, con el tiempo deberías acostumbrar a tu bebé a dormir solo.
Los niños en edad preescolar y escolar suelen necesitar rituales nocturnos algo más elaborados. Sobre todo a los escolares les gusta retrasar la hora de irse a la cama, aunque en realidad ya estén cansados. En estos casos, son útiles unas normas claras y explicaciones de por qué existen esas normas.
¿Cómo se pone en práctica el ritual nocturno?
Sea como sea que quieras diseñar tu ritual nocturno: Queremos darte algunos consejos que harán que sea un éxito cada día, tanto para adultos como para niños.
Por supuesto, esto no significa que algunos días no pueda llevar más tiempo y ser más agotador que otros. Pero con un poco de paciencia, rutina y reglas claras, podrás aprovechar al máximo el tiempo antes de acostarte.
3.1 Rutina nocturna
En primer lugar, una cosa es muy importante: avise a su hijo con tiempo suficiente antes de que tenga que irse a la cama. Si sigue jugando por la tarde, déle un margen de tiempo claro, por ejemplo: «Puedes jugar con los bloques de construcción otros cinco minutos, luego iremos a ponernos el pijama». De este modo, el niño se adapta al hecho de que el día está llegando a su fin y se inicia el ritual vespertino diario.
La rutina es esencial. Haz siempre cosas como lavarse los dientes, ponerse el pijama y acostar al peluche favorito a intervalos cortos. De este modo, no sólo se hacen enseguida todos los preparativos importantes, sino que también queda clara la transición de los juegos diurnos a los nocturnos.
Si tu hijo ya ve la televisión o al menos vídeos cortos, debes procurar que no lo haga directamente antes de dormir. Porque los estudios han demostrado que existe una relación entre el consumo de medios digitales y la reducción de la calidad del sueño.
Lo ideal es terminar la rutina leyendo un libro o contando un cuento juntos, ya sea en familia en el sofá o ya en la cuna. Esto puede ayudar al niño a calmarse.
Si después el niño todavía tiene energía y quiere hablar mucho, puede tardar un poco más en calmarse. En este caso, puede ser útil encontrar una postura cómoda en la cama con el niño en la que habléis del día y repaséis los acontecimientos. De este modo, el niño puede procesar mejor todas las experiencias del día e inconscientemente se prepara para dormir.
Nota: Algunos niños se sienten incómodos cuando está completamente oscuro a su alrededor. Para evitarlo, puedes dejar la puerta del dormitorio un poco abierta o instalar una luz nocturna.
3.2 Cómo afrontar las fases nocturnas de rebeldía
Aunque ya se haya establecido una cierta rutina, siempre puede llevar más tiempo llevar a cabo el ritual nocturno. A veces esto se debe a la disponibilidad de los padres (por ejemplo, si eres responsable de dos niños solo), a veces los niños simplemente se niegan a ir a dormir a pesar de que ya están cansados. El resultado pueden ser enfados y lágrimas.
Una rabieta así puede parecer trivial a los adultos, sobre todo si sólo surge del cansancio del niño. No obstante, intenta atender a tu hijo con empatía y darle espacio para que exprese sus emociones.
Puedes seguir estos consejos para afrontar estas fases de rebeldía:
- No te lo tomes como algo personal: el enfado no va dirigido a ti.
- Intenta ser empático y mostrar comprensión.
- No regañes a tu hijo.
- Déle un abrazo (si lo quiere y se lo permite).
- Ayúdele a nombrar las emociones para que entienda por qué se siente así.
- Sea un buen modelo (por ejemplo, cepillándose los dientes con el niño).
- Establezca normas (por ejemplo, horarios concretos para irse a la cama) y cúmplalas.
- Tómese en serio las necesidades de su hijo y esté dispuesto a ceder.